mayo 06, 2019

Puppy Mills Industry



Una industria cruel que maltrata mortalmente a los animales
Comprar un cachorro se ha convertido en un debate político entre los defensores de animales y los dueños de negocios que venden mascotas. En el centro de la discusión está el bienestar de perros y gatos.

MIAMI.- Desde 2015 la dependencia de protección de animales del Condado Miami-Dade (Animal Services) ha salvado de la eutanasia a más del 90% de perros y gatos (28.000 mascotas al año) que llegan a esa agencia condal. Y en 2017 adoptó 9.600 de esos cuadrupedos sin hogar.

En septiembre de 2014, la comisión de Miami-Dade aprobó una ordenanza con el objetivo de detener la crueldad y el maltrato en los llamados “puppy mills”, es decir esos criaderos de cachorros que parecían más factorías de producción en serie de camadas en medio del hacinamiento y la enfermedad.



Además, esa misma ordenanza regulaba la crianza y venta de perritos y gatos. Dentro de los considerandos de dicha ley condal, se hablaba de que, al año, en Estados Unidos nacen entre dos y cuatro millones de cachorros en esos criaderos ilegales.

En otro punto de justificación de la ordenanza se mencionaba la sobrepoblación de perros y señalaba que Animal Services recibía a diario entre 70 y 100 mascotas entregadas por personas que no querían tenerlas en sus hogares.

“Esta junta [de comisionados del Condado Miami-Dade] cree que debe imponer estándares adicionales para asegurar que la crianza de los animales se haga de manera humana […] y se establezcan regulaciones adicionales que gobiernen la venta de perros y gatos […] e invite a los residentes de Miami-Dade a adoptar las mascotas que se encuentran en los refugios”.

¿Comprar o adoptar?
“En lo personal, tengo un perro y lo adopté”, indicó la comisionada Sally Heyman del distrito 4 de Miami-Dade. Ella además es la presidenta del comité de seguridad y salud pública de la comisión condal, el cual, entre otras cosas, supervigila la acción de Animal Services.

Pero Heyman cree que la alternativa de adoptar tiene límites. Por una parte cuando hay personas alérgicas a ciertas razas y no pueden encontrar en los refugios una con la que se encuentren a gusto y, por lo tanto, tienen que comprar la mascota.


El otro punto que señala la comisionada es que “somos una democracia, hay diversidad, debemos permitir a la gente que pueda vender perros, pero que no provengan de puppy mills. Como comisionada, yo no puedo forzar a la gente a tener mascotas adoptadas”.

Hace cerca de un mes la Comisión del Condado Miami-Dade le negó a Ron Book – presidente del Homeless Trust y uno de los cabilderos más influyentes de Florida – el permiso para poder cabildear en Tallahassee a nombre de la industria de las tiendas de mascotas, porque tenía el propósito de interceder ante los congresistas estatales para que les limitaran a las ciudades y condados la potestad de promulgar leyes o regulaciones que pudieran prohibir del todo la venta de cachorros y gaticos.

En ese momento se recrudeció el conflicto entre los dueños de negocios como la franquicia PetLand y los activistas defensores de animales.

De acuerdo con Book – quien de todas maneras sigue siendo cabildero de ese negocio de venta de mascotas, aunque ya no puede influir para reducirles el poder a los condados y municipios- “hay gente que ha venido de Broward al condado Miami-Dade en un intento para influir en nuestras leyes y convencer a la gente de que hay una situación fuera de control relacionada con los abusos contra los animales. 

En segundo lugar, no hay ninguna definición legal, ni en los estatutos ni en las reglas, de puppy mill, usan esa expresión para hacerle creer a la gente que todos esos abusos de animales suceden en esos sitios”.

A pesar de lo afirmado por Book, la expresión “puppy mill” sí existe en los códigos de la constitución condal, en su sección 5-10. “La junta de comisionados del Condado Miami-Dade encuentra que los “puppy mills” y factorías de gaticos son instalaciones inhumanas e insalubres en las cuales no se tiene en cuenta la salud de los animales y cuentan con poco personal con el propósito de maximizar las ganancias”.

El presidente del Animal Trust, Michael Rosenberg, es determinante: “El dueño de PetLand dice que sus perros vienen de buenos lugares pero yo no sé qué tipo de sitios son esos. La industria como un todo tiene problemas, la manera como son criados los animales, padecen enfermedades. 


Ellos [los vendedores de mascotas] dan una garantía sobre los perros por dichas enfermedades, es una industria que necesita ser regulada y monitoreada de una manera mucho más estricta”.

De acuerdo con la comisionada Heyman, el PetLand de Kendall no vende cachorros provenientes de esas fábricas salvajes de perritos.
Luís Márquez es el dueño de esa tienda y otras cuatro, la más grande se encuentra en Pembroke Pines, en el condado Broward.

Según sus cálculos, el 67% de la operación de su negocio está basado en la venta de cachorros. Por lo tanto, si hubiera una ordenanza condal que le prohibiera vender esos animales, “nos quiebran de inmediato, tendríamos que cerrar”.

Y ante esa eventualidad, no tendría tampoco un “plan B”. “Yo espero que ningún gobierno deba en este país ir a una empresa y decirle que tiene que cambiar su modelo de negocio”, puntualizó.

Rosenberg matizó su posición frente a la situación de los establecimientos que venden mascotas. “Si las tiendas pueden demostrar que sus animales provienen de sitios que han sido inspeccionados, ellos ahí tienen un argumento, pero el problema es que esos sitios de donde vienen no son constantemente inspeccionados en el tema de salud, el gobierno federal los revisa una o dos veces al año, es una industria susceptible de que pasen cosas malas”.

Márquez, sin embargo, indicó que la manera cómo opera su negocio de familia (sus padres son socios) es una garantía para que no lleguen animales enfermos a las manos de los compradores.

“Antes de salir del criadero, a los cachorros los tiene que ver un veterinario. Antes de ser recogidos por una empresa de transporte, un veterinario da la autorización para que pueden viajar. Y antes de que nosotros los aceptemos, nuestro veterinario los revisa. Por lo tanto, a los perritos los ven tres expertos y ellos certifican su salud”, expresó Márquez.

De todas formas el Animal Services de Miami-Dade es la encargada de hacer respetar las secciones 5-9 y 5-10 de la carta constitutiva condal, relacionadas con las ventas de mascotas en las tiendas y establecimientos comerciales de cría de perros y gatos.


Según Book, sólo el 3% de cachorros y gaticos se compran en las tiendas de mascotas de Estados Unidos. Ante esa situación su argumento es que abolir la venta de esos animales no cambiará nada “con respecto a lo que hagan o dejen de hacer los criaderos localizados en Idaho, Iowa o Missouri. Hay criaderos comerciales que están regulados por el USDA, [el departamento de agricultura de Estados Unidos] y existe otro grupo que no está regulado. El 100% de las tiendas de mascotas que represento, tanto las cadenas como las independientes, compran en criaderos regulados por el USDA”.

Hace 13 años había 90.000 criaderos de perros y gatos supervigilados por el USDA. Pero hace cerca de una década esa cifra se redujo a 1.670 en razón de un informe del inspector general de Estados Unidos en el que se descubrieron abusos en esos lugares. “Lo que quieren hacer los defensores de animales es proponer legitimas regulaciones y estándares de cómo se cuidan y adquieren los animales. Nosotros apoyamos eso. Pero abolir y acabar con tales negocios es equivocado. Esta no es una dictadura como en Cuba o Venezuela, donde el gobierno dicta todo”.

Propuesta
Para Heyman hay razas de perros en la que existe sobrepoblación. Pero no es una situación que se pueda extender a toda la población canina.
Márquez no cree que haya ese fenómeno en Miami-Dade, pero tiene una propuesta que consiste en que le pagaría al Animal Services la esterilización de los perros y gatos - hembras y machos- que vende en su negocio. Es decir, los compradores no tendrían que pagar por ese servicio, que cuesta, en esa agencia condal, entre $40 y $50.

Márquez aún no ha recibido una respuesta oficial de la administración del alcalde Carlos Giménez. El gran reto entonces está en cómo evitar que las mascotas que se vendan no provengan de esos sitios de maltrato y crueldad animal.

Para los defensores de animales como Rosenberg el escenario ideal sería que hubiera en el condado los criaderos que funcionan como hobby, tipificados en la ley condal como “aquellas personas o entidades que son miembros activos de una organización de crianza nacional, estatal o local y que aloja o cría gatos o perros con el propósito de mejorar la raza, mostrarlos en exhibiciones organizadas por instituciones nacionales o estatales o proveer animales para uso de la autoridades”.


De acuerdo con el presidente del Animal Trust, a esos criaderos se les debiera permitir tener dos camadas al año, supervigiladas por el servicio local de animales. “Cuando la industria esté bajo control, cuando las leyes evolucionen hacia lo que debe ser aceptable para la mayoría de activistas y defensores de animales, entonces hablaremos, pero por ahora eso no está pasando”.

Book subrayó que los individuos deben tener la posibilidad de escoger qué tipo de mascota quieren tener. Márquez precisó que las prácticas del pasado no son aceptables y que “los sitios donde adquiere sus perros han cambiado sus instalaciones, la manera como socializan a esos animales, que hagan ejercicio tres veces al día. Hay personas que no han cambiado y deben cerrar sus negocios”, enfatizó Márquez.

Diario de Las Americas / 13 de junio de 2018 - 11:06 - Por SERGIO OTÁLORA

1 comentario:

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