La crisis económica
y financiera global incumbe a las normas éticas comunes. Las leyes requieren
una moral y las leyes globales exigen una ética compartida. Las demandas
planteadas por el Pacto Mundial de la ONU y las directrices de la OCDE
requieren valores éticos interculturales. Esto no presupone un sistema ético
específico sino, sencillamente, algunos valores y normas comunes.
El
Manifiesto por una ética económica global se basa en cuatro de estos valores,
compartidos por las principales religiones mundiales: la no-violencia y el
respeto supremo de la vida; la justicia y un orden económico justo; la
veracidad y la tolerancia; así como la alianza y la equidad jurídica entre
hombres y mujeres.
Cada
día es mayor el número de personas conscientes de que la crisis económica y
financiera global tiene también que ver con valores y normas éticas comunes.
Cabe preguntarse: ¿acaso no tenemos leyes que simplemente habría que aplicar?
Sin duda las soluciones a esta crisis pasan por cumplir todo lo previsto por
las leyes. Pero con las leyes no basta.
Todos
sabemos que la voluntad política de luchar contra la codicia, el fraude, la
corrupción y el engrandecimiento egoísta es muchas veces débil porque no tiene
el respaldo de una voluntad ética. Sin moral las leyes no pueden subsistir, y
ninguna disposición legal se puede llevar a efecto en ausencia de una
conciencia moral basada en ciertos principios éticos elementales. Pero esto ¿es
solo una cuestión de moral individual? De ningún modo; es también una cuestión
de moral corporativa, y afecta al conjunto de la economía global de mercado.
La
comunicación no está ajena a estos conceptos ya es que parte fundamental de la
sociedad. La Ética en los medios de comunicación trata sobre los medios y
su función democratizadora, esto es, informar para formar opinión pública. Se
expone, por un lado, la exigencia de la correcta satisfacción del derecho a
estar informado que requieren los ciudadanos y, por el otro, los dilemas y
necesidades que enfrentan las otras funciones de los medios, tales como son
educar y entretener, que son distintas y precisan de otro tratamiento. En este
sentido, indaga una propuesta de cómo un marco ético podría colaborar en la
toma de decisiones, en este caso, de una profesión.
El
consumo de medios en todo el mundo es cada vez mayor sucediendo en formatos
digitales. El aumento en el número de dispositivos capaces de soportar medios
digitales junto con el aumento de la velocidad de acceso a Internet proporcionó
a los consumidores la opción de acceder al contenido de su elección ya sea
información, entretenimiento o actividad social en cualquier momento y en
cualquier lugar de manera inmediata.
El
consumo de medios en Estados Unidos demostró el gran aumento y ha visto un salto
significativo de los medios tradicionales a los nuevos medios (digitales). El
auge de los reproductores de medios digitales como Netflix, Hulu, Amazon, Apple
TV, Roku y Boxee, etc. están desafiando la supremacía tradicionalmente
mantenida de la televisión como el principal centro de entretenimiento. Los
grandes emporios de prensa se han reducido a pequeños diarios de poca distribución,
obligándolos a emigrar a la plataforma digital en busca de mantener sus
seguidores y permanecer activos en los medios masivos.
Cuando
a los medios de comunicación se les agrega la caracterización “de masas” se
está definiendo, con toda claridad, su carácter de no ser estrictamente
comunicativos sino informativos. Hay un emisor que se dirige al fenómeno
moderno de las masas, término que alude a esa despersonalización del sujeto
humano, convirtiéndolo en un receptor, más o menos pasivo de mensajes,
preparados para ser recibidos por ese ser colectivizado y homogenizado.
Este
es, sin lugar a duda, el gran reto al que se enfrentarán los “massmedia” en el
siglo XXI: satisfacer las crecientes demandas de un público ávido de noticias
con un cierto valor añadido y un espíritu crítico desconocido para generaciones
anteriores. Al menos, este puede ser el escenario que se avecina y que las
empresas que detentan la propiedad de los medios de comunicación tendrán que
afrontar de una manera decidida y exigente con ellas mismas y con todos sus
clientes.
Nos
encontramos por tanto ante un momento globalizado donde los medios han de
afrontar obligatoria un proceso de fortalecimiento y modernización que haga que
sus medios, sus modelos, sus sistemas y sus canales se hagan más eficaces, más
rápidos, más objetivos. La interconexión de las redes será, por ejemplo, un
punto de partida básico para todo aquel que no quiera faltar a sus citas del
mañana.
El acceso a los medios de comunicación (entre los cuales los diversos
modelos televisivos pueden convertirse el próximo milenio en la punta del
“iceberg”) será uno de los eslabones fundamentales en esta incipiente cultura
del ocio, para la que acaso nuestra generación no se encuentre preparada de
forma suficiente, pese a que lleva ya un cierto tiempo recibiendo bastantes señales.
Las
empresas promotoras de medios de comunicación habrán de cuidar muy
especialmente esos contenidos sociales que forman parte de su propia definición
y establecer las medidas necesarias que garanticen el libre acceso para toda la
población y el control democrático de cada una de sus propuestas. Pero, por
encima de todo, su amplitud, variedad y libre difusión terminará proporcionando
una capacidad de elección sin límites que el individuo sólo podrá ejercitar a
través de su responsabilidad y los criterios que su propia formación determine.
El
gran problema que siguen señalando los sociólogos es que la incipiente cultura globalizada
del ocio terminará centrándose probablemente en un individuo que “consumirá” de
manera aislada las ofertas de los medios de comunicación y que tal vez deje un
poco de lado las necesarias vinculaciones, tanto físicas como sentimentales
(culturales, en fin), con la colectividad en que se integra.
Pero
probablemente no convenga quedarse en exclusiva con esa visión catastrofista
del ciudadano del siglo XXI, como un voraz consumidor de ocio y de cultura a
través de la tecnología y absolutamente alejado de su entorno, sino con una más
optimista, la de un individuo comprometido, crítico con la sociedad de su
tiempo, con una preocupación medioambiental e informativa notable.
Se
puede hablar, por lo tanto, de un nuevo panorama de imprevisibles consecuencias
pero que dará paso a la cultura del ocio, la del hombre libre (para quien la
información, completa en todas sus vertientes y llena de matices, es un bien en
sí misma). Parece un concepto que todavía nos cuesta trabajo definir, la
libertad al elegir, decidir y pensar… la libre comunicación.
En
el mundo globalizado la capacidad de los hombres de comunicarse libre y
activamente sufre viejas restricciones, pero tiene también nuevas
oportunidades.
Se
propone la superación del concepto de libertad de expresión por el de derecho a
la información, como la capacidad de todos de investigar, difundir y recibir
ideas, opiniones e informaciones por cualquier medio. El proceso de
globalización ha convertido la información en pura mercancía, ha propiciado
conflictos entre identidades y en su marco se desarrolla la guerra global
contra el terrorismo, que ha impuesto graves restricciones a la privacidad.
La
garantía y el desarrollo del derecho a la información debe ser la pauta para
superar estos conflictos. En la globalización el derecho a la información se
potencia, pues todo pueden ser emisores y receptores. En el ciberespacio los
excluidos encuentran la voz que les ha sido negada; pero, en contrapartida,
existe el riesgo cierto de fragmentación del espacio público. Los periodistas
tienen la responsabilidad de conectar el espacio público definido por los
medios masivos con la ampliación de ese espacio público que se está generando
en el ciberespacio.
En
la era de la Internet, expresar las ideas en tiempo real se ha vuelto algo
cotidiano; a veces, no nos percatamos del poder que tenemos de expresar
libremente nuestras opiniones, pues somos ciudadanos(as) inmersos en un mundo
global donde constantemente nos relacionamos por medio de las redes sociales,
blogs o foros de discusión. La mayoría del contenido que circula en la red
mundial sirve a fines loables de comunicación, para compartir vivencias, puntos
de vista, gustos, aficiones, pasatiempos.
Aún
más importante, Internet sirve para cuestionar adecuadamente las decisiones de
quienes nos gobiernan, denunciar en tiempo real los abusos cometidos por un
Estado o agentes particulares. Por ello es de vital relevancia garantizar la
libertad de expresión en la era de información, para avanzar en la
consolidación de un régimen democrático estable.
El
espacio de la comunicación y la información debe garantizar la libertad, la
independencia y el pluralismo de la información. Este bien común tiene un valor
social, cultural y democrático. Por ello, no puede reducirse a una dimensión
comercial. Las posiciones dominantes en la producción, la difusión y la
curación de información deben evitarse en la medida de lo posible; si no pueden
evitarse, al menos hay que controlarlas para preservar la diversidad de los
hechos y de las opiniones.
El
compromiso con la libre búsqueda de la verdad, la precisión de los hechos y el
principio de “no causar daño” es necesario para preservar la integridad de la
información. Difundir información engañosa o incorrecta, o encubrir información
que debería darse a conocer, puede perjudicar la aptitud de los individuos para
comprender lo que sucede en su entorno y el desarrollo de sus capacidades.
La
función social del periodismo es ser “un tercero de confianza” para las
sociedades y los individuos. Esto permite establecer controles, un equilibrio y
el empoderamiento de los ciudadanos para que participen plenamente en la
sociedad. La labor del periodismo consiste en dar cuenta de la realidad,
mostrarla de la manera más amplia, profunda y pertinente posible, permitiendo
el ejercicio del derecho a la libertad de opinión.
Las
nuevas herramientas, la digitalización y la llamada Aldea Global dieron paso a
lo que hoy llamamos “Periodismo 2.0”. como bien lo define Angelica Velásquez en
el site prezi.com, “El periodismo 2.0 o periodismo digital, es el periodismo que ya conocemos,
pero evolucionando es una avalancha que ha descendido desde el 2010
desencadenando un nuevo campo de trabajo, conectando a las personas con la
información más rápido por medio del internet”. Este, aunque como mucho creen
es un trabajo individual pero no es así es el mismo equipo fotógrafos,
periodistas, diseñadores gráficos y de fuentes (ciudadanos de nuestras
comunidades).
Las
redes sociales, los Blogs, “Youtube”, entre otras vinieron para quedarse y el
periodismo no se podía quedar atrás, hoy es cuando comienza la alfabetización
digital. Su principal característica es la inmediatez y la facilidad de llegar a
las personas.
Hoy
en día la veracidad y rapidez resultan ser la piedra angular del trabajo de un
periodista, el cual está sometido a un público exigente que ya no se conforma
con solo saber que pasó, sino que quiere ver, opinar o escuchar relatos reales
de lo sucedido para así asumir un compromiso mayor con la información.
Definitivamente
la globalización se presentó con nuevas posibilidades, mayores herramientas y múltiples
retos para el periodismo y la comunicación en general. Luchar por la libertad
de expresión en un campo mucho más amplio y variado representa una labor mayor,
el preservar la ética y el respecto en el medio requiere un arduo trabajo ya
que los creadores de los mensajes se multiplicaron y necesariamente no tienen preparación
académica, lo que genera un mayor esfuerzo en la demandas y exigencias en la comunicación
global donde el periodismo profesional debe ser protagonista y vigilante de la
veracidad y credibilidad.
http://www.trecebits.com/2012/09/17/la-nueva-web-del-usa-today-ejemplo-del-periodismo-2-0-que-viene/
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