El periodismo en México es
una actividad importante para la Democracia,
se le considera el cuarto poder debido a la influencia que tiene entre la
sociedad. Actualmente es vulnerable a la cooptación gubernamental y a la violencia.
Esto último debido a que en 2017 y 2018 México se colocó como la nación más
peligrosa para la profesión, con múltiples periodistas asesinados según la
organización Reporteros Sin Fronteras (RSF).
En un país violentado, con cerca de 220.000
personas asesinadas y más de 40.000 desaparecidas durante los últimos años, la
situación de los periodistas no es muy diferente a la realidad de la población
en general. Todos viven en riesgo de estar en el lugar equivocado, en el
momento equivocado. Pero a los reporteros, la esencia misma del trabajo – narrar,
mostrar y denunciar - los pone en un estado de mayor vulnerabilidad.
Sobre todo, en lugares donde no hay frontera
entre crimen y gobierno. En esas condiciones, algo tan simple como reportar
sobre baches o la mala gestión de un alcalde puede costarte la vida, como por
ejemplo le ocurrió a al periodista Moisés Sánchez en Veracruz, en 2015. Y si alguien te amenaza,
¿ante qué autoridad denuncias? Durante los últimos años, entre el 40 y 65 por
ciento de los agresores de la prensa fueron autoridades gubernamentales.
Simulación e impunidad completan el panorama.
En el 99.7% de los casos no ha habido justicia, según
la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad
de Expresión (FEADLE), y se crearon dos instituciones estatales que han servido
de poco. Una fiscalía sin resultados y un mecanismo de protección que cargan
con la responsabilidad del asesinato de dos periodistas bajo su
resguardo: Cándido Ríos Vázquez en 2017 y Rafael Murúa Manríquez.
En un estudio realizado por Márquez-Ramírez
(2016) se mostraron varios datos relevantes del ejercicio del periodismo en
México: destacan las condiciones de precariedad de los periodistas que tienen
bajos salarios, mucha carga de trabajo y pluriempleo. El estudio muestra que
los periodistas mexicanos sufren una amplia gama de presiones y se enfrentan a
situaciones y desafíos todos los días.
La política, la económica y la violencia contra
los periodistas.
El sistema político tuvo gran influencia sobre
los medios durante muchos años, prácticamente los periodistas adulaban y
publicaban noticias en complicidad con el poder. Con este contexto, era de
esperarse una baja autonomía periodística y autocensura automática, resultados
de la influencia que sostuvo el poder político en los medios (Monsiváis, 2003).
Estrechamente unido a lo anterior se encuentra
el factor económico, ya que como expone The New York Times, el dinero que
destina el gobierno mexicano al pago de espacios de publicidad engañosa en los
medios extranjeros, se ha convertido en una de las restricciones más severas a
la libertad de expresión que enfrentan los medios de comunicación locales ya
que contrarresta a la realidad lo que ha provocado que reporteros y editores
sean a menudo sometidos a la influencia del gobierno, que periodistas
abiertamente críticos sean despedidos, que historias negativas sean censuradas
y que informes de investigación sean frustrados (New York Times, 2017).
El tercer factor de presión es la violencia
contra los periodistas. En el último informe de la UNESCO "Tendencias
mundiales en Libertad de Expresión y Desarrollo. Informe mundial 2017
-2018" se muestra que México es el tercer país a nivel mundial con mayor
número de asesinatos de periodistas en el periodo 2012-2016, por debajo de la
República Árabe de Siria y de Irak. En cuanto a América Latina es el número uno.
El año 2017 fue particularmente nocivo para los medios ya que entre los meses
de marzo y diciembre en México fueron asesinados 12 periodistas.
A través de los años, el índice de muerte de
periodistas ha aumentado, principalmente desde que los líderes del narcotráfico
decidieron que México era una mejor base para operar que Colombia, y que esta
última, debía quedarse como productor de materia prima.
Las prácticas de corrupción de los dueños de
muchos medios y los periodistas entregados al poder han provocado una decepción
social y una falta de credibilidad en el periodismo mexicano. Es difícil que la
sociedad distinga con claridad entre los periodistas honestos y los corruptos.
Este panorama ha ocasionado que no haya un respaldo social suficiente para
exigir justicia cuando ocurre alguna agresión. En síntesis: el periodismo en
México nada contracorriente.
Ante la dejadez del Estado en la función de
garantizar el derecho a la libertad de prensa de quien ejerce el periodismo y
el derecho a la información de la ciudadanía mexicana, son diversas las
iniciativas que, dentro y fuera del país, tratan de generar espacios de
cuidado, protección y autodefensa.
Una de estas propuestas, el Programa de AcogidaTemporal a personas defensoras de derechos humanos y periodistas (PAT), nació
como prueba piloto en Barcelona en el año 2017 en una experiencia conjunta
entre la Taula per Mèxic y el Ajuntament de Barcelona. El objetivo del programa
es “proporcionar la acogida temporal a periodistas que se encuentren en
situación de riesgo, con la pretensión de brindar un lapso de seguridad, un
respiro, para poder desarrollar su trabajo con más fuerza una vez retornadas a
México”.
Desde su puesta en marcha, el programa ha
permitido la acogida de cuatro periodistas y está prevista la llegada de dos
más a lo largo de este año. Durante su estancia en Barcelona, de tres a seis a
meses de duración, se les ofrece acompañamiento psicosocial que pretende
dotarlos de herramientas para hacer frente a la situación de tensión y
violencia en la que ejercen su actividad profesional y desarrollar al máximo su
capacidad de resiliencia.
Así mismo, se impulsa una agenda de trabajo con
la persona acogida para visibilizar y sensibilizar sobre la situación de
violencia sistémica que periodistas y defensores de derechos humanos viven en
México. Talleres, conferencias, encuentros con personas de referencia en el
ámbito político y social y contactos con medios de comunicación catalanes son
algunas de las actividades que llevan a cabo durante el período de acogida.
“El descubrimiento de que el mundo se volvió
mundo, de que el globo ya no es sólo una figura astronómica, de que la Tierra
es el territorio en el que todos nos encontramos relacionados y remolcados, diferenciados
y antagónicos, ese descubrimiento sorprende, encanta y aterroriza.” Con esta sencillas pero certeras palabras, Octavio
Ianni describe el escenario internacional contemporáneo.
En la globalización mexicana, el futuro del
periodismo no se encuentra en entredicho. Las nuevas tecnologías, la
desaparición de las fronteras, los nuevos nacionalismos de la “raza” y la
universalización de lo regional profundizarán la lucha entre las dos
concepciones de la actividad periodística que presenciamos en nuestros días: el
periodismo de los hechos y el periodismo crítico.
La añeja idea positivista de que la objetividad
está en los hechos se ha revitalizado asimilando los recursos puestos al día
por el “nuevo periodismo” y sus descendientes. No obstante, el periodismo
crítico adquiere cada día más el arsenal teórico que le permitirá ser la
alternativa desmitificadora.
Una alternativa que ha generado el llamado
periodismo 2.0, el que de alguna manera permitirá a profesionales y aficionado
dar seguimientos y denunciar desde la seguridad de un computador.
A diferencia de países con sistemas jurídicos bien
establecidos como los Estados Unidos, donde la libertad de expresión esta resguardada
por leyes y defensores, donde el periodismo tiene opciones y múltiples caminos
para comunicar, apoyar o denunciar. En México seguirá siendo acondicionada por
el poder del gobierno y la delincuencia organizada. Pero la globalización y la
era digitalizada será un buen contrincante, como se describe al principio, un
nuevo poder al que deberán enfrentarse y el cual por su pluralidad y anonimato será
más difícil de vencer o amordazar.
Referencias:
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